Escrito por: Lean Pino Gómez

Hay personas que con solo observarlas puedes definir su nacionalidad. El simple hecho de hablar, comportarse o incluso sonreír, ya te permite conocer el país al que pertenece. Por eso ella lleva a Cuba en cada movimiento corporal; al mirar, al caminar y al respirar, porque precisamente para ella su isla es “el aire indispensable para vivir.”

Si me piden un referente de cubana no puedo evitar que sus facciones se me dibujen en la mente. Es esa energía avasalladora la que desnuda su cubanía. Y es que su carisma traspasa la pantalla y mata cualquier frivolidad que pueda atribuírsele a las redes sociales.

Al compás del son, aroma a tabaco y ron al suelo para las deidades, ella derrocha talento y regala a todos esa risa que le prestó Oshun. Es que la Mayor de las Antillas lleva rostro de mujer.

Así se engalana el panorama cultural cubano con una hija ilustre de su tierra, Camila Arteche. Esta actriz con una trayectoria notable, a pesar de su juventud, se encuentra en la preferencia del público. Es sin dudas una de las artistas que prestigian el catálogo actoral de la nación antillana.

Fue una niña feliz, inquieta. “Muy majadera en la casa y muy aplicada en la calle”, nos comenta Camila entre sonrisas. Constantemente estaba disfrazada imitando personas. En los centros escolares participaba en matutinos, actos y galas mostrando sus primeros dotes histriónicos. A pesar de que ningún miembro de su familia perteneciera al medio artístico, le inculcaron el interés por el arte.

La llevaban habitualmente a funciones de circo, teatro, danza y conciertos. En una de esas visitas fue a disfrutar “Las Brujas de Salem” una puesta en escena de Teatro El Público, y partir de ese momento descubrió su vocación. La infante de 6 años tenía claro que quería formar parte de un elenco como el que espectaba. La Actuación era la profesión que marcaría su vida.

Desde entonces comenzó a insertarse en talleres de teatro para niños y a fomentar la pasión que se estaba apoderando de ella. A los 8 años queda seleccionada luego de presentarse a un casting para la Radio y desde esa edad hasta los 12 se mantuvo realizando dos programas infantiles en el medio.

Dos años más tarde ingresa a la Escuela Nacional de Arte (ENA) y desde su faceta como estudiante inicia sus primeros trabajos profesionales. Al culminar sus estudios académicos en la ENA forma parte del estudiantado del Instituto Superior de Arte de Cuba pero no finaliza su formación en el centro y posteriormente se gradúa del Adriana Barraza Acting Studio.

Para Camila la superación es un pilar importantísimo en cada artista. Razón por la cual nunca termina de estudiar y cada vez son más los cursos de actuación, comunicación y danza que incorpora a su curricullum.

Disímiles han sido los personajes que ha llevado a pantalla o puesto sobre las tablas. Nos confiesa que “todos, todos tienen algo especial, suena reiterativo pero es real”, llevan algo de ella y cada uno le aporta algo a su cotidianidad. La Arteche asegura que “son fuente de retroalimentación y desarrollo, no solo como actriz sino también como ser humano”.

Igual nos declara que siempre “hay caracterizaciones que tocan la fibra sensible que llevamos dentro”. Su rol de Lisandra en “El Acompañante” fue una de estas interpretaciones que luego de una investigación profunda despertaron en ella “vulnerabilidad y mayor comprensión por sus semejantes”.

Camila Arteche es de las actrices que si le ofrecen escoger por una rama para la actuación se decanta por el cine. Asegura que “es una manifestación que perdura en el tiempo”. Sus referentes llenarían este material pero con la bondad de resumir nos dice que “su admiración la conquistan Alina Rodríguez, Broselianda Hernández, Cate Blanchett, Marlon Brando, Juliette Binoche, entre muchos otros.”

Llega a las social media por obligación pues su trabajo le imponía mantener sus perfiles activos. Sin embargo, llegó un momento que dejó de importarle el ego de mostrar su imagen en las mismas y las convirtó en un puente de comunicación real. “Se transformaron en una plataforma para llevar a más personas su propósito y ayudar a mujeres en su crecimiento emocional, espiritual y financiero.”

Bajo esta percepción surge CLAP, un propósito llevado a la acción. La iniciativa se concreta en plana etapa de pandemia cuando junto a dos de sus amigos, Hector David Rosales y Salvador de la Torriente, deciden unir conocimientos y llevarlos a todas las mujeres que quieran emprender sus negocios. Esta escuela on-line de influencers y emprendedoras consolida la necesidad de aportarle a una comunidad virtual.

De la experiencia explica que “ha sido increíble, de mucha sinergia y aprendizaje, se ha ayudado a más de 60 féminas y la meta está en alcanzar los 2000”. Para Camila ha sido sumamente placentero verlas crecer emocionalmente y con total independencia financiera.

CLAP forma parte de los proyectos que ocuparán a la actriz. Ya cuenta con varias propuestas de trabajo en la actuación, algunas que están en marcha y otras que esperan por el restablecimiento de la situación con el Covid-19. Recientemente estrenó su canal de podcast “Estamos Juntas” en las diferentes plataformas de reproducción para extender su voz a quienes requieran apoyo.

La artista se describe a sí misma como una mujer enfocada y apasionada. Cuando tiene una idea va con todo para lograrla, sin medir consecuencias; si ella lo tiene claro, ya es suficiente. Sus momentos ideales están en el aquí y el ahora, en el presente está la perfección pues “las cosas son como el universo las plantea y de lo único que se tiene control es de nuestras emociones y reacciones a esas situaciones.”

La desvela la violencia y el pragmatismo pero busca el consuelo en la gente sincera y el buen arte. La inspira su aporte en construir autoestimas inquebrantables. Su lira es “el amor, respirar amor.”

Camila Arteche es de esas cubanas que seducen con su personalidad y con sus ganas de hacer. De esos seres de luz que le dan valor al talento. Quizás un hada o una ninfa, pero del mundo real, del contexto en que vivimos, con un montón de buenas intenciones convertidas en el polvo mágico del siglo XXI. Aguardando por tocar con su luz a quien se le esté apagando la propia. Y esto, mis lectores, es la esencia del arte en un gran humano.

Tomado de Escándalo TV Magazine